La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Sólo tengo ojos para tí
no te das cuenta, no lo has notado
Y te quiero más de lo que hoy puedo decir
Sólo tengo ojos para tí
Sólo busco el tiempo para tí
vaya manía de estar a tu lado
y lo eterno cabe, en tu minuto enamorado
Sólo tengo ojos para tí
Te veré como siempre en el rincón
donde guardo el corazón y tan sólo vives tú
y aunque el mar pierda una orilla
y el comienzo su partida
sólo tendré ojos para tí.
Sólo tengo ojos para tí
no de das cuenta, no lo has notado
Y te quiero más de lo que hoy puedo decir
Sólo tengo ojos para tí
Te veré como siempre en el rincón
donde guardo el corazón y tan sólo vives tú
y aunque el mar pierda una orilla
y el comienzo su partida
sólo tendré ojos para tí.
Sólo tengo ojos para tí
Sólo tengo ojos para tí