La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
No puedo comparar
Su fiel y gran amor
Su sangre derramó
Siendo inmerecedor.
Un nuevo corazón
Y vida nueva me dió,
Sólo en él encontré
Paz y consuelo a mi ser.
[coro]
Inagotable amor, eterno manantial
Que siempre fluirá,
Y no por lo que soy,
Es por su misericordia.
Inagotable amor, infinita bondad
Nunca terminará,
Su gracia y su verdad
Por siempre permanecerán.
(y es, y es su amor)
Es cielo, mar, es lluvia fresca,
El agua que el sediento anhela,
Entrega sin renunciación.
(y es, y es su amor)
Es viento que mueve las olas,
Es paz en la tormenta,
El fuego que quema, tu interior.