La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Fue suficiente un soplo de vida y de amor
Para hacerte
Donde un oscuro vacío reinaba
Tu luz pudo verse
Y aunque en un mundo imperfecto te encuentres
Puedes confiar en que yo estoy presente
¡Ah-ah!
Amado hijo mío
¡Ah-ah!
Aquí estoy contigo
¡Ah-ah!
¿Puedes escucharme?
¡Ah-ah!
No voy a dejarte
Nacido dentro de un plan redentor
Escrito en el principio
A imagen y semejanza de Dios
Un poema divino
Y si la duda y temor te hacen frente
Puedes confiar en que yo estoy presente
¡Ah-ah!
Amado hijo mío
¡Ah-ah!
Aquí estoy contigo
¡Ah-ah!
¿Puedes escucharme?
¡Ah-ah!
No voy a dejarte
Duerme ya, todo bien saldrá
Duerme ya, el Sol pronto vendrá
Duerme ya, todo bien saldrá
Duerme ya, el Sol pronto vendrá