La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Tomando cada día mi cruz
Cada paso que tu des yo daré
Dispuesto estoy a dártelo todo
Y así permanecer
Mis ojos hoy en ti fijaré
En verdad mi corazón guardaré
No dejes ni un momento de guiarme
Solo en ti confiaré
Cristo eres tú, la verdad que me llevo a libertar
El camino que me lleva a encontrar tu hermosa paz
Tu mano cada día mi cruz
Cada paso que tu des yo daré
No dejes ni un momento de guiarme
Solo en ti confiaré
Cristo eres tú, la verdad que me llevo a libertad
El camino que me lleva a encontrar tu hermosa paz
Tu mano cada día mi cruz
Cada paso que tu des yo daré