La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Cuanto amor
Cuanta paz y cuanta fe
Tú nos diste sin pensarlo y sin saber…
Que las páginas de tu historia se dibujo nuestra redención…
Israel
Porque en ti
La esperanza amaneció
Y en tus brazos el Mesías…
Fue a nacer.
Desde aquí te envío mi gratitud y deseo tu bendición…
Israel
Brotará… un río de alegría
Del campo a la ciudad… y no regresará,
Jamás, las sombras del pasado
Jugaran el lobo y el cordero
Y un niño los guiara
Y reconocerás… al fin
La gloria de tu rey
Cuanto dolor, y cuanta persecución
Haz tenido que sufrir en el ayer
Cuanta indiferencia y desprecio has padecido pueblo de Dios
Israel.
A través del destierro y del dolor
Has vertido tantas lagrimas de él…
Desde aquí te canta mi corazón y mi voz te pide perdón
Israel
Brotará… un río de alegría
Del campo a la ciudad… y no regresará,
Jamás, las sombras del pasado
Y Jugaran el lobo y el cordero
Y un niño los guiara
Y reconocerás… al fin
La gloria de tu rey
Si tu mal, tu castigo y aflicción
Resulto ser salvación universal
Cuanto más será tu restauración
Y tu gloria oh Israel… al final
Brotará… un río de alegría
Del campo a la ciudad… y no regresará,
Jamás, las sombras del pasado
Y Jugaran el lobo y el cordero
Y un niño los guiará
Y reconocerás… al fin
La gloria de tu rey.