La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
He visto el coqueteo blanco de la luna bailando a solas con el mar,
he visto mil atardeceres de fuego que duelen sólo de mirar,
he visto mil criaturas bellas como el sol
y cuerpos increíbles, dignos de un pintor,
he visto lo que el ser humano puede hacer,
si hay fuego en su corazón.
Pero no he visto a nadie como Tú,
no he conocido a nadie como Tú,
que sabiendo que soy como soy, me quisiera salvar,
por amor.
He visto la Vía Láctea emblanquecer el cielo, la noche de verano ideal,
mil elfos y ninfas, Romeo y Julieta, Campanilla y Peter Pan,
he visto el arte puro, lleno de emoción
he visto la inocencia ardiendo de pasión
he visto rostros bellos, muertos de frialdad,
que cortan la respiración.
Pero no he visto a nadie como Tú,
no he conocido a nadie como Tú,
que sabiendo que soy lo que soy, me quisiera salvar,
por amor.
Y si dijera simplemente que te quiero, quizá sería hasta mejor,
yo sé que mis versos no pueden vencerte, prefieres mi corazón.
Pero este es mi argumento, esta es mi canción,
se está escribiendo sola, habla el corazón,
y brota como el agua, y sólo es para Ti,
es mi declaración de amor.
Y nunca he visto a nadie como Tú,
no he conocido a nadie como Tú,
que sabiendo que soy como soy, me quisiera salvar,
por amor.