La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Dijo el abuelito que eras un duende de trigo y miel,
Y acertó de lleno porque eres dulce y buena,
Entre turbulencias tu llegada nos encontró,
Y viniste a traer sonrisas y amor...
Aleluya, aleluya,
La alegría nos visita, y es rubia,
Aleluya, aleluya,
Y olvidamos otras penas, qué fortuna...
Aleluya.
Aleluya...
Tienes el talento de tus padres y se te ve,
Tu mirada verde es una travesura,
Pero por desgracia en casa todo no fue tan bien,
Porque te han robado la armadura,
¿y ahora qué?
Aleluya, aleluya...
Y en tus ojos hay un brote de amargura,
Aleluya, aleluya...
Y en el alma veinte puntos de sutura...
Aleluya...
No te dejes enredar jamás por la locura,
No busques respuestas escarbando en la basura.
Es mejor que escojas el perdón como bandera,
Que la paz se forja desde dentro hacia fuera.
Vuelve a abrir las velas y navega con el viento,
Si te sientes sola, echa mano del Maestro.
Y si miras a tu alrededor verás mil barcas,
Que acompañan tu jornada, y todas llevan marcas.
Somos muchos, no pierdas la calma,
Si Jesús está contigo hay esperanza,
Te sorprenderás y recordarás
Cuando todo sea puesto en la balanza...
Aleluya, aleluya,
Ya no llores niña, que no fue culpa tuya,
Aleluya, aleluya,
Y en los brazos del Maestro estás segura...
Aleluya...