La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
A la mesa del señor
Esta invitado el santo y el pecador
Para compartir su pan y beber del mismo vino
Recibir el sacrificio y darse la paz
Los publicanos, recaudadores
Niños y ancianos; pobres y acreedores
Marta y maría, también zaqueo
Samaritanos junto a fariseos
A la mesa del señor
Esta invitado el santo y el pecador
Para compartir su pan y beber del mismo vino
Recibir el sacrificio y darse la paz
Quienes lo siguen y quien lo traiciona
El hombre justo y quien lo abandona
El que moja el pan y el que apoya su cabeza
Todos sus hijos cabemos en su mesa
A la mesa del señor
Esta invitado el santo y el pecador
Para compartir su pan y beber del mismo vino
Recibir el sacrificio y darse la paz
Guárdame un lugar en tu mesa señor
Mi alma necesita a tu lado estar
Guárdame un lugar aunque no lo merezca
Te lo imploro dame el pan de eternidad
Aunque sea recogeré las migas que se caen
Y como los perros habré saciado toda mi hambre
Creo y veo que
A la mesa del señor
Esta invitado el santo y el pecador
Para compartir su pan y beber del mismo vino
Recibir el sacrificio y darse la paz