La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Si la Luna del valle, va en carnaval
Por albahaca, tu nombre regresará
Y si canto la copla del viejo amor
Con la albahaca del tiempo
Se oirá mi voz, mi voz
Cuando vuelva el verano del carnaval
Bajaré hasta el recuerdo para cantar
Con un rabo de Luna te buscaré
Y en la sombra de mi vino te encontraré
Te encontraré, te encontraré
La baguala trenzaba su lazo azul
Y en su boca giraba la plena luz
Pregunté por su nombre al arenal
Y su nombre en la arena nunca será, será
Cuando vuelva el verano del carnaval
Bajaré hasta el recuerdo para cantar
Con un rabo de Luna te buscaré
Y en la sombra de mi vino te encontraré
Te encontraré, te encontraré