La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
En una subasta ofrecian un instrumento
Lleno de polvo maltratado y todo chueco
Nadie ofrecía ni un centávo por el mismo
No habiá forma de mirarlo con optimismo
De la multitud se levantó un gran maestro
Un concertista respetado por su pueblo
Tomó en sus manos el violín abandonado
Comenzó a limpiar y a restaurar,y afinó su clavijero
Lo afinó, lo colocó en su hombro y comenzó
A tocarlo
Tomó el violín y comenzó a tocarlo
Aquellas cuerdas comenzaron a moverse
Producian melodías excelentes
De aquel violín que hace un rato fue chatarra
Se escuchaban acordes que no producen mil guitarras
Fué por las manos cariñosas del maestro
Que aquel violín se convirtió en uno nuevo
Ofrecían todos a una voz por el instrumento
Porque reconocian el milagro, y la obra que hizo
El maestro
El le tomó, le afinó y el maestro sus cuerdas
Hacía sonar
Vida le dió, le restauró y el mundo escuchó
Sus acordes
¡ven a luz!, ¡ven a jesús! y el señor ta hará
Su instrumento
Te restaurará porque el es, el maestro