La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
No me detendré
Aunque los pies se me duelan
Aunque el asfalto me lastime
Derrotaré murallas y fronteras
No me detendré
Hasta llegar a la meta
Hasta alcanzar que la corona
Sea sobre mi cabeza
No me detendré
En la carrera que me lleva hacia ti
Sé que el trayecto es muy duro de seguir
Pero dispongo completarlo a su fin
No me detendré
Como atleta fiel llegaré a mi destino
Quiero pasar la eternidad toda contigo
Por eso no me detendré
No me detendré
Sobrepasaré toda barrera
Aunque parezca inverosímil al final
Izaré triunfante tu bandera
No me detendré
Aunque cuestionen mi cordura
No perderé la fe ni la postura
Llevaré tu antorcha hasta la omega
No me detendré
En la carrera que me lleva hacia ti
Sé que el trayecto es muy duro de seguir
Pero dispongo completarlo a su fin
No me detendré
Como atleta fiel llegaré a mi destino
Quiero pasar la eternidad toda contigo
Por eso no me detendré
No me detendré
No me detendré
No me detendré
No me detendré
Aunque la higuera no florezca
Aunque en las vides no hayan fruto
Lucharé hasta el día en que me muera