La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Con el alma estrechada por el uso
En cualquier caso
Exagerado por mi parte
Haciendo del carbón
Un trozo de diamante
Para mirarte y no morir
Yo caería en brazos de cualquiera
Que se atreviera a morirse de hambre
O a jugarse el corazón en una esquina
O en la avenida por pasión
Quien dejó el cielo estrellado
Fue cobarde
Mal amigo, mal señor
Pues cada estrella es esa sonrisa
Que a duras penas entredice: "perdedor"
Bajo el cielo sonriente de mi noche
No daría ni esta pizca por ninguna
Si no fuera porque a veces me imagino
Como aquel tipo que no soy yo
Yo caería en brazos de cualquiera
Que se atreviera a morirse de hambre
O a jugarse el corazón en una esquina
O en la avenida, por pasión