La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Naufragando dos cuerpos van, frágiles por el lugar
Se hace difícil encontrarte en mis sueños
Otro mundo ya se partió y el amor, de tan dulce, ya me empalagó
Pisando tus tachuelas, me alteran tus berrinches
Tajante luna de algodón que relució, ahora es diamante de cartón
Ya tu gran sonrisa entristeció
Un perro corre a un ratón, el ciego que espía al sol
Y no ves que otra vez no caeré
Pesadilla multicolor, pétalos que se ablandan y dicen adiós
Todo ese delirio se perdió en un galope