La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Job, ¿todavía quieres adorar?
Ya no hay razón para cantar
Abandona a tu Dios y muere
Yo no lo adoro por lo que él me da
No lo sigo por lo material
Yo lo adoro por lo que él es
Yo soy de él, solo de él
Job, ya no existen motivos
No hay bienes, hijos, no hay amigos
Dime ¿qué vas a hacer?
Yo voy a adorar
Solo adorar
Yo voy a adorar
Dios me dio, Dios quitó
Bendito sea
El nombre del Señor
A él la gloria
A él la honra
Y el honor
Job, ¿todavía quieres adorar?
Ya no hay razón para cantar
Abandona a tu Dios y muere
Yo, no lo adoro por lo que él me da
No lo sigo por lo material
Yo lo adoro por lo que él es
Yo soy de él, solo de él
Job, ya no existen motivos
No hay bienes, hijos, no hay amigos
Dime ¿qué vas a hacer?
Yo voy a adorar
Solo adorar
Yo voy a adorar
Dios me dio, Dios quitó
Bendito sea el nombre del Señor
A él la gloria
A él la honra
Y el honor
A él la gloria
A él la gloria
A él la gloria
A él la gloria
A él la gloria
A él la gloria (tú mereces toda la gloria)
A él la gloria
Por siempre amén
Amén
Dios me dio, Dios quitó
Bendito sea el nombre del Señor
A él la gloria
A él la honra
Dios me dio, Dios quitó
Bendito sea el nombre del Señor
A él la gloria
A él la honra
Y el honor
A ti sea la gloria
La honra
Y todo el honor