La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Tu palabra
Es como aceite sobre mis heridas
Es el agua en el desierto
Y el calor en el invierno
Tu palabra
Es la voz que me habla en la mañana
Es mi consejo cada día
Y en las pruebas quien me guía
Podría estar perdido
Como un náufrago en el mar
Y aun perderlo todo hasta el aliento
Podría estar hambriento
Como un niño sin hogar
Pero yo sé que tu palabra
Siempre a mí me sostendrá
Tu palabra
Es como dulce miel para mis labios
Es la perfecta melodía
Que me deleita cada día
Tu palabra
Es mi refugio en medio de las pruebas
En la tristeza es mi alegría
En soledad mi compañía