La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Aunque yo este en el valle de la muerte y dolor,
tu amor me quita todo temor.
Y si llego a estar en el centro de la tempestad,
no dudaré porque estas aquí.
Y no temeré del mal
Pues mi Dios conmigo esta
Y si Dios conmigo esta
¿De quien temeré?
¿De quien temeré?
No, no, no me soltarás
en la calma o la tormenta.
No, no, no me soltarás
en lo alto en lo bajo.
No, no, no me soltarás
Dios tu nunca me dejarás!
Puedo ver la luz que se acerca
Al que busca de ti
Gloriosa luz cual otra no hay
Y terminarán los problemas
Y mientras llega el fin
Viviremos conociendote a ti
Y no temere del mal
Pues mi Dios conmigo esta
Y si Dios conmigo esta
¿De quien temeré?
¿De quien temeré?
No, no, no me soltarás
en la calma o la tormenta.
No, no, no me soltarás
en lo alto en lo bajo.
No, no, no me soltarás
Dios tu nunca me dejarás!
Y puedo ver la luz que se acerca
Al que busca de ti
Y terminaran los problemas
Y mientras llega el fin
Voy a alabarte
Voy a alabarte