La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Te busco con mis manos
Extiendo a ti mis brazos
Te siento por mis dedos
Y de mi boca brotan cantos para ti
Tu fuego fluye por mi ser
Que incomparable sensación
Viva estoy, viva estoy
Yo te siento a mi lado
Es tu aire el que respiro
Me aferro a este momento
Es tu aroma mi remedio
Levanto a ti mis manos
Me susurras que me amas
Me estoy desvaneciendo
En el lugar secreto
La música me influye
Y ángeles proclaman nuestra intimidad
Contigo estoy y ellos también
Viva estoy, viva estoy
Yo te siento a mi lado
Es tu aire el que respiro
Me aferro a este momento
Es tu aroma mi remedio
Clama mi ser
Brilla tu luz
Te veo a ti...
Viva estoy, viva estoy
Tómame, me entrego a ti dueño de mi corazón
Se que nunca me abandonas
Creo en ti, yo creo en ti