La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Qué los cielos se abran aquí
Tu presencia irrumpa en mí
Mi sacrificio provoque que
El cielo se una a la tierra
Se están rompiendo los cielos
Su gloria está descendiendo
Un hueco se abre en las nubes
Podemos ver al rey
Hay ángeles que suben
Ángeles que bajan
Oh señor, si rompieses los cielos
Para ver tu presencia
Descendiendo en nosotros