La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
No hay color, en tus ojos de luz
Y después no hay Sol
Va perdiéndose el cielo en azul
Y tu voz, con el gris se va
Ven despierta conmigo
Solo espera, a que el viento
Desde el aire y en silencio
Descubra, tu sombra
De lluvia, de suelo
Solo espera, a que el viento
Desde el aire y en silencio
Descubra, tu sombra
De lluvia, de suelo