La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Junto a la chimenea
Donde hay feria de lumbre
Reza la viejecita
Sus cosas de costumbre
Surgen de la hoguera
Entre rojos destellos
La cadena de duendes
Que peina sus cabellos
Cabellera de plata
Cabellera de nieve
Ovillo de ternura
Donde un rizo se atreve
Escarcha de leyenda
Que brilla en mis pesares
Incienso del recuerdo
Que brilla en mis altares
Cabellera bendita
Bañada de tristezas
Invierno hecho de llanto
Cuajado en tu cabeza
Cabellera Nevada
Madeja de oraciones
Para tí es la más blanca
De todas mis canciones
Cabellera bendita