La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Ojos pardos, mírenme
Ha costado tiempo estar acá
No interpreto la señal
No logré mirar mucho más allá
Me confundo en nada
Pierdo tiempo viendo tu velocidad
Sigo una pista sin dudar
En ningún lugar
Podré encontrar
Menos olvidar la vista de tu carita de papel
Mirándome mirándote
Desde el rincón
Ojos verdes, sale el Sol
Ojos negros en tu habitación
Dame otra mirada
Que no se escape nada en tu mirar
Dibújame, recuérdame, no busques el por qué
Acércate, ayúdame
También te busqué
Fui pasando lista, sin mirar
Todo en su lugar
Quiero escuchar
Reciprocidad
Poder mirar tu carita de papel
Y recordar
Que te miré
Mirándome
Mirándote
En ningún lugar
Lograré encontrar
Menos recordar
Todo en su lugar
Poder mirar tu carita de papel
Mirándome
Mirándote
Desde el rincón