La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Corazón yo no entendí, que ese amor se iba a morir
protegido entre algodones, los alambres y los palos
Para qué golpear al juez le pego y más pido perdón
por no escucharte que me amabas como se ama la última vez
Corazón quise decir que algún dios me traiga aquí
esa voz de las tijeras, que me lleve a tu silencio
Pero ves el tiempo es el dueño de todas las frutas
que maduran su hermosura, su mejor rojo mientras se mueren
Corazón a qué agitar esta espuma por mi cuerpo
estas olas sin orillas, reloj vaciando balas perdidas