La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Un faraón esconde
Luz en su propio nombre
Sobre el nilo duerme el caimán
La mandíbula cruje el zar
Pierde la batalla y vuelve a su arena natal
En la tierra es su lugar
Y le pide, una esfinge
De altar
A la vida y a la infinidad
Quiero vivir para siempre
Quiero vivir hasta el fin
Pongan otra gema en su robusta tumba
Colmada de trampas y una maldición
Viles al honor, emperador cairo soy
Pitonisa enamorada enséñame
Tu mundo de fantasías
Donde el barro no se come al agro
Y no me dejes ir
Sin poder saber lo que es vivir
A la vida y a la infinidad
Quiero vivir para siempre
Quiero vivir hasta el fin
A la vida y a la infinidad
Quiero vivir para siempre
No me arrodillo ante ti
Pongan otra gema en su robusta tumba