La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Todos los días se paseaba secamente
por el huerto bajo el sol
La hora muerta, piedra muerta
la agonía y las naranjas bajo el sol
La vida iba entre ese muro y las paredes de silencio
y los canes centinelas de sus sueños
no dormían, veían sombras de cal
en las sombras del jardín
La luna muerta, noche muerta
viento frío y un rosario ante el portón
Y un incendio amarillo y provisorio
consumía el corazón
Y comenzó a buscar por entre las hogueras lentamente
Y su corazón ya no temía las llamas
del infierno y las tinieblas sin fin
habría de llegar
el amor