La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Nace en las venas de la tierra,
en el paso abierto del río,
suena como el viento en la Sierra,
va creciendo junto al sembrío.
Allí donde el frío es uno más,
los caminos surcos sin final,
sueños y penuria hay por demás,
pero también fuerza mineral.
Nace nuestro canto,
fragua, voz, cañaveral,
trigo, mar, montañas,
esperanza y libertad.
El color y danza del maizal,
el sudor y llanto del carbón,
el abuelo cantando al zorzal,
raíz, mano, destino y razón.