La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
El Hombre de Bethesda (Juan 5:1-18) Raphy Colon
Junto, a un estanque de agua
Con enfermedad variada
Se juntó la multitud
Un ángel removía aquellas aguas
Y el primero que bajaba
Recibía la salud
Hacían 38 largos años
Que un enfermo había esperado
Pero nunca allí sanó
Contaba a un hombre su desdicha
Pero no sabía que hablaba
Con Jesús hijo de Dios
¡Era Jesús, el hombre con quien hablaba!
¡Era Jesús, que al estanque llegó!
¡Era Jesús, a quién necesitaba!
Jesús llegó y al enfermo sanó
El hombre en seguida tomó el lecho
Y por el pueblo contento
Iba dando Gloria a Dios
Y el pueblo, como ya le conocían
Maravillado decían, un milagro le sanó
Decían al hombre, los religiosos
Como en día de reposo
Tu lecho puedes cargar
Y el hombre sin temor le respondía
El que me sanó me dijo
Que lo podía llevar
¡Era Jesús, el hombre con quien hablaba!
¡Era Jesús, que al estanque llegó!
¡Era Jesús, a quién necesitaba!
Jesús llegó y al enfermo sanó
¡Era Jesús, el hombre con quien hablaba!
¡Era Jesús, que al estanque llegó!
¡Era Jesús, a quién necesitaba!
Jesús llegó y al enfermo sanó
¡Jesús llegó y al enfermo sanó!
¡Jesús llegó y al enfermo sanó!
¡Jesús llegó y al enfermo sanó!
Aleluya