La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Desesperada estoy
La soledad me destroza
Se me perdió tu sueño
El que me daba el brio
Oscuras noches vi
Entre paredes opacas
Que asustan cuando las miro
Intentando recordar
Disimulo, disimulo
Cuando salgo a la calle
Y escondo mis penas
Disimulo, disimulo
Que no sufro nada
Que tus cartas están llegando
Sin embargo, no tengo nada de nada
Nada de ti
Es triste no tenerte
No se escucha ni una mosca en este cuarto
El silencio me castiga
Me enloquece este martirio
Cómo salvar mi vida
Si te me vas de las manos
Por un camino que
No sé ni adonde voy
Disimulo, disimulo
Cuando salgo a la calle
Y escondo mis penas
Disimulo, disimulo
Que no sufro nada
Que tus cartas están llegando
Sin embargo, no tengo nada de nada
Nada de ti
Tendré que andar el pasado
Buscar los rincones de nuestro amor
Para no llorar