La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Por qué te encierras en ti mismo,
Cautivando tus sentidos,
Oprimes tu corazón;
Y por qué lloras como un niño,
Maltratado y sin cariño
Por alguna decepción.
Crees que todo ya no tiene
Solución ni remedio,
Que la carga te doblega
Y ya no puedes seguir,
Mas yo te digo, no desmayes,
Jesús te quiere dar
La clave para continuar.
Ya no tienes que llorar
Pues el Señor Jesús
En la angustia y el dolor
Ahí estará.
No desmayes porque
Solo tú no estás
Y en tu caminar
En sus brazos
Mi Señor te llevará.
Tu corazón se debilita,
Ya no sientes que palpita
Como antes, ya lo ves;
Y sientes que todo ha terminado,
Más yo te digo, no hermano,
Es tiempo de comenzar.
Él ha prometido hasta el fin
Estar contigo, mi amigo;
Y en el sufrimiento darte
De su aliento y su paz,
Mas yo te digo no desmayes,
Jesús te quiere dar
La clave para continuar.