La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Iacucu, Iacucu
Me decían en la escuela y en el bar,
Qué locura que tenía.
Por decir que Jesucristo era verdad,
Me corrió la policía.
Loco, Loco, Loco, Loco, seguiré.
Loco, Loco, Loco, Loco, te diré.
Loco, Loco, Loco, Loco, Loco por Vos.
Loco por decirle a todos lo que pasó.
Loco, Loco, Loco, Loco, siempre seré.
Aunque digan que soy loco,
Te seguiré.
Iacucu, Iacucu.
Si estar loco es sentir la libertad
Que la cruz me dio aquel día.
Yo prefiero ser un loco en la ciudad.
Y no ser un muerto en vida.
Loco, Loco, Loco, Loco, seguiré.
Loco, Loco, Loco, Loco, te diré.
Loco, Loco, Loco, Loco, Loco por Vos.
Loco por decirle a todos lo que pasó.
Loco, Loco, Loco, Loco, siempre seré.
Aunque digan que soy loco,
Te seguiré.
Loco, Loco, Loco, Loco, Loco por Vos
Loco por decirle a todos lo que pasó.
Loco, Loco, Loco, Loco, siempre seré.
Aunque digan que soy loco,
Te seguiré.
Aunque digan que soy loco,
Te seguiré.
Aunque digan que soy loco,
Te seguiré.
Aunque digan que soy loco...
Iacucu, Iacucu.