La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Las cartas en la mesa, tu juego se abre en mí. La libertad, siempre la misma. Será libre albedrío, el bien y el mal allí. La decisión, ¿siempre la misma?. Como un extranjero yo me vine a sentir. Saber lo que quiero. ¿O me quedo? ¿O me voy?. Yo se donde voy. Y si me dan a elegir, yo no me quedo, me voy. Hay corazones rotos, hay lágrimas al fin. Debilidad, siempre la misma. Pensé tenerte lejos, saber que estas aquí. Tu gracia, al fin, siempre la misma. Como un extranjero yo me vine a sentir. Saber lo que quiero. ¿O me quedo? ¿O me voy?. Yo se donde voy. Y si me dan a elegir, yo no me quedo, me voy. Y si me dan a elegir, yo no me quedo, me voy. Sentir que estás dormido cuando hay que despertar. Tus manos el abrigo, luz en tanta oscuridad. Como un extranjero yo me vine a sentir. Saber lo que quiero. No me quedo, me voy. Y si me dan a elegir, no me qudo, me voy.