La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Nada, nada, nada, nada.
Ya fue.
Nada como antes.
Nada pasará por su cabeza.
Lo ves navegar la noche,
viendo que el poder nunca lo deja.
Pasión, mano de Dalila,
preso de su boca que lo besa.
Y lo llevó a ver como baila el mundo,
y la caravana que no cesa.
Nada, nada, nada, nada.
Ya fue
Nada como antes,
cuando reveló en verdad quien era.
Amor, sueño mentiroso,
que se llevará su cabellera.
Después de todo,
nunca más él podrá.
Su corazón fue desnudado.
Por el secreto que no pudo guardar,
logró que al fin teniendo todo
hoy no tenga nada.
Saber que la vida nunca será igual
vivir sin la fuerza que se ha ido,
sentir que perdemos la oportunidad.
Amor, amargo sabor
Todo y no queda nada
Nada, nada, nada, nada.
Lo ves navegar la noche,
viendo que el poder nunca lo dejará.
Amor, sueño mentiroso,
que se acabará después del carnaval.
Se acabará