La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
No digas adiós, no more, no more.
No bajes la voz, no more, no more.
No mires atrás, no more, no more.
Te derribarán, no more, say no more.
No digas a Dios, no more, no more.
No bajes la voz, no more, no more.
La noche que por fin terminó,
la muerte que la vida me da,
la cruz que se llevó mi dolor
me dio la libertad.
No digas a Dios, no more, no more.
Resiste el dolor, dolor, no more.
Dejarte caer, no more, no more.
Se puede volver, no more, say no more.
La noche que por fin terminó,
la muerte que la vida me da,
la cruz que se llevó mi dolor
me dio la libertad.
Se termina la noche,
se viene la mañana,
se acaban los dolores, no more.