La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Movéte
Movéte, chiquita, movéte
(Sácate)
Sácate esa timidez
(Fíjate)
Estoy hecho un demonio
Nadie me para esta vez
(Subíte)
Subíte, chiquita, subíte
(Súbite)
Subíte a mi ritmo feroz
(Cuídate)
Estoy hecho un demonio
Y la culpable sos vos
Llevo
(Sí, sí señor)
El ritmo en la piel
(Lo puedes ver)
Bailando soy
(Me dicen que soy)
El rey de la noche
Dudo
(Sí, sí señor)
Llegar a querer
(A otra mujer)
Así que hoy
(Te pido que hoy)
No me hagas reproches
(Cállate)
Cállate, chiquita, cállate
(Cállate)
Cállate, no me reproches
(Cuídate)
Estoy hecho un demonio
Nadie me para esta vez
Na-na-na
Sha-la-la
Sha-la-la-la
Sha-la-la
Sha-la-la
Sha-la-la-la
Llevo
(Sí, sí señor)
El ritmo en la piel
(Lo puedes ver)
Bailando soy
(Me dicen que soy)
El rey de la noche
Dudo
(Sí, sí señor)
Llegar a querer
(A otra mujer)
Así que hoy
(Te pido que hoy)
No me hagas reproches
(Movéte)
Movéte, chiquita, movéte
(Sácate)
Sácate esa timidez
(Fíjate)
Estoy hecho un demonio
Nadie me para esta vez