La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Con mi amor y tus recesos,
tus delirios y accidentes.
Tu dolor y mis tropiezos,
tus colirios, mis pendientes.
Con tu falda arremangada,
Con mi angustia recurrente,
Con tu espalda en tres almohadas,
y mi astucia haciendo un puente.
Tu pezón amenazando,
y mi boca haciendo fiesta.
Un colchón de contrabando,
y la ropa haciendo siesta.
Mi almidón y tu eficacia,
tu chantaje y mi venganza
mi sillón y tu acrobacia,
mi equipaje y tu esperanza.
Para bien o para mal ya se escribió.
Para bien o para mal ya se archivó.
Para bien o para mal se nos fugó.
Con tu historia y mis antojos,
con tu llave y mis cerrojos,
para bien o para mal
se terminó.
Con tu amor tan disfrazado,
mis mentiras, tus inventos.
Con tu odio enamorado,
y el reloj matando el tiempo.
La pasión en decadencia,
la emoción en bancarrota
sufrirá la descendencia
las infamias de tu boca.
Para bien o para mal ya se escribió.
Para bien o para mal ya se archivó.
Para bien o para mal se nos fugó.
Para bien o para mal ya se escribió.
Para bien o para mal ya se archivó.
Con tu historia y mis antojos,
con tu llave y mis cerrojos,
para bien o para mal
se terminó... se terminó
Para bien o para mal...
Para bien o para mal ya se escribió.
Con tu historia y mis antojos,
con tu llave y mis cerrojos,
se terminó.