La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Tengo el corazón herido
En mi vida hay tanta soledad
Fluyen lágrimas de angustia
Pero nadie escucha mi clamor
Ruge una tempestad
Lluvia cae sin cesar
Quién me puede hoy salvar
Coro:
Puedo sentir su mano en mi hombro
Al pasar la tempestad
Puedo sentir su mano em mi hombro
Fiel a mi doquiera que voy
Aunque lleguen las tinieblas
Sé que un nuevo día nacerá
El llanto se convierte en gozo
De esperanza el alma llenará
Como lámpara a mis pies
Hoy su luz yo puedo ver
Nunca sola estaré
Estribillo:
Si el sol dejara de brillar
Mi senda Dios alumbrará
La mano que me sostendrá
Me guía en la oscuridad