La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Vender tu alma al diablo no fue tan mala idea
El amor de esa mujer lo tienes a tu lado
Hoy solamente lloras, hoy solamente lloras
El señor de las tinieblas muy pronto subirá
Y antes de que tú lo sepas tu alma se llevará
Hoy solamente lloras, hoy solo queda recordar
Estás perdido, ¡perdido!
Estás podrido, ¡podrido!
Pues te empiezas a apestar y muy pronto tú vas a llorar
Estás perdido, ¡perdido!
Estás podrido, ¡podrido!
Pues te empiezas a apestar y muy pronto tú vas a llorar
Estás perdido, ¡perdido!
Estás podrido, ¡podrido!
Pues te empiezas a apestar y muy pronto tú vas a llorar