La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Quiero cantar,
quiero gritar,
quiero danzar,
Dios en tu presencia.
Puedo clamar,
puedo soñar,
me puedo gozar,
Dios en tu presencia.
No hay quien puede quitar,
lo que Dios da.
Se que puedo vivir,
confiando en tu amor,
puedo sonreír,
puedo descansar en mi caminar,
siento que a mi lado estas,
mi señor, mi Jesús!
Quiero cantar,
quiero gritar,
quiero danzar,
Dios en tu presencia.
Puedo clamar,
puedo soñar,
me puedo gozar,
Dios en tu presencia.
No hay quien puede quitar,
lo que Dios da.
Se que puedo vivir,
confiando en tu amor,
puedo sonreír,
puedo descansar en mi caminar,
siento que a mi lado estas,
mi señor, mi Jesús!
Se bien que... no hay otro,
se bien que... eres mi Dios.
Se! bien! Que!... no hay otro!
se! bien! Que!... eres mi Dios!
No hay quien puede quitar,
lo que Dios da.
Se que puedo vivir,
confiando en tu amor,
puedo sonreír,
puedo descansar en mi caminar,
siento que a mi lado estas,
mi señor, mi Jesús!