La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Respiro la traición
Que alguien sembró en su imaginación
La raíz llegó hasta su corazón
Puedo sentir en mis venas
Esta oscura realidad
Déjame salir de esta condición
Para poder seguir
En medio de este dolor
Quisiera ver el atardecer
Vivir lo que fue al amanecer no quiero dormir ya
Y no despertar más
¡No!
Esto ya no es igual que ayer
Hoy mi sombra se desvanece
¿Dónde estás?
Dame una oportunidad
De sentir
Para seguir
Para vivir en ti
¿Por qué ya no estas ahí?
¿Dime, porque te has ido así?
Sin darme una razón
Te marchas de aquí