La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Supongamos perderlo todo
De la noche a la mañana
Pero todavía te tengo a ti
Supongamos que ya no hay amigos
Que todos se han ido
Y tenemos que luchar por sobrevivir
Si nos tocara tener que comenzar de cero
No nos importaría si tú y yo nos tenemos
Porque no hay tormenta que nos pueda derribar
Porque a ti y a mí, nada nos puede separar
Porque lo que Dios nos dio es demasiado especial
Y nada lo puede apagar
Y nada lo puede apagar
Cuando la vida nos ponga a prueba
Aquí tendrás una guerrera
Que no se cansará de luchar junto a ti
Nadie nos dijo que sería fácil
Juntos tendremos que enfrentar gigantes
Tú me defenderás y yo a ti
Si nos tocara tener que comenzar de cero (contigo estaré)
No nos importaría si tú y yo nos tenemos
Porque no hay tormenta que nos pueda derribar
Porque a ti y a mí, nada nos puede separar
Porque lo que Dios nos dio es demasiado especial
Y nada lo puede apagar
Ni la pobreza, ni la riqueza
La enfermedad, la adversidad
Por el resto de mi vida
Viviré junto a ti
Porque lo que Dios nos dio es demasiado especial
Y nada lo puede apagar
Y nada lo puede apagar