La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Salve, regina coelitum, o Maria!
Tuorum spes fidelium, o Maria!
Iubilate cherubim
Iubilate seraphim
Consonate perpetim
Salve, salve, salve regina
Tu vita lux, fons, gratiae, o Maria!
Causa nostrae laetitiae, o Maria!
Mater misericordiae, o Maria!
Dulcis parens clementiae, o Maria!