La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Dicen que Dios tiene sueños
Ocho billones de sueños
Dicen que eres uno de ellos
¡Mira qué hermoso destello eres de Él!
Dicen que hay una casa
En donde el tiempo no pasa
Dicen que no está muy lejos
Puedes llegar si te atreves a creer
Todos a la mesa, nadie queda fuera
Ya no hay tiempo que perder
Esta es la promesa, gracia y vida eterna
Ya no hay nada que temer, ooh-oh
Dicen que hay un banquete inagotable y creciente
Dicen que el Rey quiere verte
Hay un lugar preparado para ti
Hay un lugar preparado para mí
Todos a la mesa, nadie queda fuera
Ya no hay tiempo que perder
Esta es la promesa, gracia y vida eterna
Ya no hay nada que temer
Ooh-oh, todos a la mesa, nadie queda fuera
Ya no hay tiempo que perder
Esta es la promesa, gracia y vida eterna
Ya no hay nada que temer
Oh-oh-oh, oh-oh-oh-oh-oh
Ya no hay nada que temer
Oh-oh-oh, oh-oh-oh-oh-oh
Ya no hay nada que temer
Dicen que Dios tiene sueños
Ocho billones de sueños
Dicen que eres uno de ellos
¡Mira qué hermoso destello eres de Él!
¡Mira qué hermoso destello eres de Él!
Un lisiado a la mesa se sentó
Con vergüenza, sus heridas, ocultó
Más, al Rey, no le importó su condición
Bienvenido, hijo mío, declaró
Y el lisiado en la historia era yo