La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
El cielo brilla de repente
Noche de magia y de ilusión
La gente baila y se divierte
Y a mí me estalla el corazón
Bombas llenas de alegría
Tiraban todos y se reían
Derramando simpatía
Disparando flores
Repartiendo amor
Derramando simpatía
Disparando flores
Repartiendo amor
El cielo brilla de repente
Noche de magia y de ilusión
La gente baila y se divierte
Y a mí me estalla el corazón
Bombas llenas de alegría
Tiraban todos y se reían
Derramando simpatía
Disparando flores
Repartiendo amor
Derramando simpatía
Disparando flores
Repartiendo amor
Ardían enormes hogueras
Bailaban las llamas
Entre las sombras de la noche
Era una fiesta, fiesta del interior
Ardían enormes hogueras
Bailaban las llamas
Entre las sombras de la noche
Era una fiesta, fiesta del interior
El cielo brilla de repente
Noche de magia y de ilusión
La gente baila y se divierte
Y a mí me estalla el corazón
Bombas llenas de alegría
Tiraban todos y se reían
Derramando simpatía
Disparando flores
Repartiendo amor
Derramando simpatía
Disparando flores
Repartiendo amor
Ardían enormes hogueras
Bailaban las llamas
Entre las sombras de la noche
Era una fiesta, fiesta del interior
Ardían enormes hogueras
Bailaban las llamas
Entre las sombras de la noche
Era una fiesta, fiesta del interior