La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Ya no creo más en tus palabras,
Guarda tus millones de migajas,
Corre el cielo en medio de la nada,
Y mi alma hoy cae y ya no avanza.
Es inútil despegar,
Y te tengo que soltar,
Me canse,
Te digo adiós.
Te robaste mi respiración,
Me dejaste llena de dolor,
Ya no aguanto más,
Déjame volar,
Cada pieza de mi corazón,
Se hace polvo y ya no hay solución,
Ya no aguanto más,
Déjame volar.
Siguen tus mentiras afiladas,
Vienes y me dices que me amas,
Deja de enredarme con promesas,
Que el pasado es aire y ya no pesa.
Es inútil despegar,
Y te tengo que soltar,
Me canse,
Te digo adiós.
Te robaste mi respiración,
Me dejaste llena de dolor,
Ya no aguanto más,
Déjame volar,
Cada pieza de mi corazón,
Se hace polvo y ya no hay solución,
Ya no aguanto más,
Déjame volar.
Te robaste mi respiración,
Me dejaste llena de dolor,
Ya no aguanto más,
Déjame volar,
Cada pieza de mi corazón,
Se hace polvo y ya no hay solución,
Ya no aguanto más,
Déjame volar.
Te robaste mi respiración