La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Tal como si fuera un cuento de hadas,
Me encontré en tu mirada,
El segundo en que te vi
Ignore lo que decía la gente,
Que el destino no miente,
Pero contigo quise ir,
Dejando todo sin mirar atrás,
Viajamos sin un mapa y sin compás.
Con los ojos vendados,
Por lo nuestro luchamos,
Navegamos sin viento,
A mar abierto y cielo gris,
Pero a contracorriente,
No fue suficiente nuestro amor para seguir,
Y me di cuenta que no eras para mí.
Entre nubes llenas de ilusiones,
Nuestros corazones,
Ciegamente pueden tropezar,
La caída no me deja respirar,
Y la herida que dejaste no se va.
Con los ojos vendados,
Por lo nuestro luchamos,
Navegamos sin viento,
A mar abierto y cielo gris,
Pero a contracorriente,
No fue suficiente nuestro amor para seguir,
Y me di cuenta que no eras para mí.
Se termina nuestra historia,
Nos quedó el dolor,
El destino no paro hasta que nos separó,
Se desgastan los recuerdos de mi corazón.
Te pienso
Se termina nuestra historia,
Nos quedó el dolor,
El destino no paro hasta que nos separó,
Se desgastan los recuerdos de mi corazón.
Con los ojos vendados,
Con los ojos vendados,
Por lo nuestro luchamos,
Navegamos sin viento,
A mar abierto y cielo gris,
Pero a contracorriente,
No fue suficiente nuestro amor para seguir,
Y me di cuenta que no eras para mí.
Mi amor
Navegamos sin viento,
A mar abierto y cielo gris,
Pero a contracorriente,
No fue suficiente nuestro amor para seguir,
Y me di cuenta que no eras para mí.
Que no eras para mí.