La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Tengo cosas para decirte
Pero no querés escuchar
Tengo ropa para vestirte
Pero ya no la querés mas
Es verdad
No voy a decir nada importante
Es verdad
No vas a escucharme a mi
A donde fueron mis amigos
No me llaman para jugar
Parece que no es vino tinto
Lo que me dieron de tomar
Es verdad
No voy a decir nada importante
Es verdad
No vas a escucharme a mi
Lunes en mi habitación
Canto con el corazón
Quiero que las luces se apaguen
Mirarte a los ojos otra vez
Es verdad
No voy a decir nada importante
Es verdad
No vas a escucharme a mi
Lunes en mi habitación
Canto con el corazón
Quiero que las luces se apaguen
Mirarte a los ojos otra vez, otra vez
Lunes en mi habitación
Canto con el corazón
Quiero que las luces se apaguen
Mirarte a los ojos otra vez
Quiero que las luces se apaguen
Mirarte a los ojos
Que las luces se apaguen
Mirarte a los ojos, otra vez, otra vez, otra vez