La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Mi Dios es mayor en la tierra
No pierde guerra
Ni deja la lucha
Si el creyente verdadero ora
O la iglesia llora
Él siempre escucha
Lucho la lucha de Moises en Egipto
A Faraón destruyó
Luchando al lado de Ezequías Su ungido
Y a su enemigo sometió
Es quién batalla por la iglesia
Diciendo Mía es la pelea
Él comanda mi batalla
No lo puedes derrotar
retrocede, retrocede
Él siempre ganará
Huye ahora, huye ahora
Que no prevalecerás
Te aseguro enemigo
Derrotado quedarás