La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Como llora mi alma
Cuando me lastimas
Como mis ojos gritan
Cuando te suplican
La luna sube y baja
Y yo espero a verte llegar
Mi alma está cansada
Y fallece al madrugar
Aguardiente, tomo en mi soledad
La botella esconde mi verdad
Me tiras al incendio
Y salgo muy herido
Te espero con abrazos
Y tu me das tu frio
La luna sube y baja
Y yo espero a verte llegar
Mi alma está cansada
Y fallece al madrugar
Aguardiente, tomo en mi soledad
La botella esconde mi verdad
Aguardiente, tomo en mi soledad
La botella mi amiga infernal