La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Amaneció, el sol salió
y en sus brazos despertando una vez más
amaneció, nada cambió
nuestros cuerpos no se quieren separar.
En un rincón estará tu ropa
tirada en el sofá
junto a mi ropa también hay dos ropas
testigo de lo que fue.
Amaneció, el sol salió
y al mirarte nuevamente siento ganas
amaneció, nada cambió
y en la cama arde la llama del amor.
Estoy cansada y desvelada
de tanto amar y amar
y me sonríe también desvelado
por la noche que pasó.
Coro:
Amémonos otra vez
comencemos otra vez
cerraré la cortina que no entre la luz
para que siga la noche
amémonos otra vez
comencemos otra vez
que este amor que de vida
nos quite la vida
y nos lleve de cabeza al infierno.
Amémonos, amémonos,
ameeeeemonoooooooos
amémonos, amémonos.
Amémonos, amémonos,
los dos, oh, oh, oh,
amémonos, amémonos,
haciendo el amor.
(coro se repite hasta el final)