La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Dulce Jesús mío
Mi niño adorado
Dulce Jesús mío
Mi niño adorado
Ven a nuestras almas, niñito
Ven, no tardes tanto
Ven a nuestras almas, niñito
Ven, no tardes tanto
Del seno del padre
Bajaste humanado
Del seno del padre
Bajaste humanado
Deja ya el materno, niñito
Por que te veamos
Deja ya el materno, niñito
Por que te veamos
De montes y valles
Ven, oh, deseado
De montes y valles
Ven, oh, deseado
Rompe ya los cielos, niñito
Brota flor del campo
Rompe ya los cielos, niñito
Brota flor del campo
Dulce Jesús mío
Mi niño adorado
Dulce Jesús mío
Mi niño adorado
Ven a nuestras almas, niñito
Ven, no tardes tanto
Ven a nuestras almas, niñito
Ven, no tardes tanto