La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Te quiero dijiste
Tomando mis manos
Entre tus manitas
De blanco marfil
Y sentí en mi pecho
Un fuerte latido
Después un suspiro
Y luego el chasquido
De un beso febril
Muñequita linda
De cabellos de oro
Dos dientes de perla
Labios de rubí
Dime si me quieres
Como yo te adoro
Si de mi te acuerdas
Como yo de ti
A veces escucho
Un eco divino
Que envuelto en la brisa
Parece ay decir
Si te quiero mucho
Mucho mucho mucho
Tanto como entonces
Siempre hasta morir
Hasta morir